Después de entrenar durante un largo período, el 21 de febrero finalicé mi primer maratón de montaña, en concreto el maratón de la Sierra de Espadan.
El domingo arrancaba a las 6:30. Desayuno copioso para cargar las pilas y el respectivo cigarret. La salida es a las 9 por lo que no me apresuro puesto que Gátova está al lado. A las 8:15 de la mañana ya estamos en Segorbe, punto de partida del mismo, el termómetro marca 2 grados de temperatura, optimo para correr. La salida se retrasa derivado de la verificación de dorsales. Mientras tanto un grupo nutrido de corredores calentamos en la pista de fútbol sala que tiene habilitada el colegio desde el cual salimos. Ambiente en la salida brutal, las calles de Segorbe llenas de gente animando a todos los corredores del maratón. Realizamos un tramo callejeando Segorbe para buscar el camino a la Rascaña, sendas y caminos tranquilos, aquí todo son risas, lo peor esperaba unas cuantas horas después.
Llegamos a Navajas y bordeamos el Salto de la Novia, zona de senda preciosa pero para recorrer con bastante precaución. Una vez subimos Rascaña llaneamos un poquito, avituallamiento y continuar para la subida al Bellido. Una vez alcanzado el mismo llegamos a La Vall de Almonacid. Todo este tramo nos vamos frenando puesto que es la parte más dura del maratón y hay que guardar fuerzas para acabar dignamente el mismo. Las temperaturas comienzan a subir de una forma considerable y desproporcionada a las del día anterior.
Del Bellido vamos a buscar el barranco malo, su mismo nombre lo dice. Es una zona muy bonita, con unas vistas espectaculares pero con mucha peligrosidad para correr. De este ya emprendemos la subida al pico de Espadan. Sendas angostas por las que sólo los corredores buenos son capaces de trotar, el resto de corredores la subimos caminando en casi todos sus tramos.
Culminamos la subida al pico de Espadan con manos y pies. Hasta este punto, kilómetro 21,5 más o menos llevamos casi todo el acumulado de carrera, las piernas comienzan a pesar y comenzamos el descenso por la pedrera. Las piernas no responden como deberían, el descenso por la pedrera es en zigzag, dificultoso, superficie difícil para correr puesto que es una pedrera y está lleno de piedras sueltas. En cada zancada escuchas el crujir de piedras golpeando unas con otras. Vas con cuidado de que ninguna piedra desprendida de otro corredor te alcance y que tampoco tu aterrices, el daño puede ser considerable.
Salvamos esta pedrera, senda de bajada y de nuevo otra pedrera con unos saltos impresionantes, para poner a prueba tu ya de por si maltrecha musculatura. En el kilómetro 28 el cansancio acumulado comienza a hacer mella en las piernas, algo no va bien, el sol lo tenemos encima y la temperatura alcanza los 19 grados. Aún habiendo parado en todos los avituallamientos, tomado isotónico, fruta, geles, sales minerales, mi cuerpo comienza a padecer deshidratación. En el kilómetro 31 comienzo a notar los primeros síntomas, pero aguanto como un campeón. Tira pa lante que la tienes que acabar ostia !!!
Renqueante ya en algunos tramos consigo alcanzar el avituallamiento en el kilómetro 38, estiro, bebo isotónico directamente de la jarra hasta no poder mas y continuamos. La subida del 38 me mata, me dan rampas en todos los músculos de las piernas, y cuando digo todos son todos, llego a un punto de agarrotamiento en el cual dos los músculos de las piernas se me suben y provocan que caiga al suelo hasta en tres ocasiones. En dos de ellas acabo cayendo al suelo sobre carrascas recién cortadas provocando heridas en mi culo y piernas. Mis gritos de dolor y sufrimiento son profundos. Varios corredores paran a mi lado y me estiran las piernas. El último corredor que me ayuda me recomienda que me quite un imperdible del dorsal y me pinche con este los músculos agarrotados. Yo le miro con cara de perplejidad y dolor entre mezclados. Este emprende la marcha y yo con dudas de que hacer. Al final no hay alternativa, tienes que acabar lo que has comenzado. Tan solo una pregunta con una fácil respuesta:
¿Que daño mayor te van a producir unas punzadas de imperdible después del dolor ocasionado por las rampas y las caídas en las carrascas ?
Ninguno
Por lo tanto, desengancho el imperdible, y como una máquina de coser singer comienzo a darme punzadas en todos los músculos de ambas piernas. La verdad, están tan sumamente jodidas que no se nota ninguna punzada pero milagrosamente parece que surte efecto. Me levanto y a continuar la marcha con otros 3 corredores.
Al final, consigo llegar a meta, 5 horas 55 minutos. Por fin he acabado, en más tiempo del previsto y con un sufrimiento inimaginable.
Estas son las gestas que si no te matan te hacen más fuerte, así que, puedo decir que ahora soy más fuerte !!!!